Soy un «patito feo» dentro de una familia de artistas. Mi padre, mi madre, mi abuelo y hasta mi novia, dibujan, esculpen, y pintan mejor que yo. Debe de ser que lo mío fueron siempre los ordenadores, por lo que mi «vena artística» se sirvió de muletas digitales para expresar las imágenes que venían a mi mente.

Primero fue diseñando y luego, con la llegada de las cámaras digitales (de precios razonables en reflex), fotografiando. Pese a que aún tengo entre mis «asignaturas pendientes» el tema del dibujo artístico (está on working 😉 con la fotografía me he puesto al día y me ha permitido capturar esas ideas que no era capaz de expresar por otra vía.

Antiguamente, con la fotografía tradicional, aprendías una serie de fundamentos (también aplicables a la digital), hacías todas las fotos que te pudieses permitir, y a esperar a ver los resultados. El aprendizaje era lento, costoso, y laborioso (en mi caso durante una época llevaba una libretita donde apuntaba todos los parámetros de cada toma para luego baremar los resultados tras el revelado). Ahora, con la digital, sin tener ni idea de fotografía, coges una cámara, pulsas el botón, y ves instantáneamente el resultado… ¿que no es lo que querías? Borras y repites… una cuestión de tiempo. Lógicamente los conocimientos ayudan y mucho, pero aún sin ellos (o con lo más básico), tan solo teniendo una idea clara, es cuestión de perseverancia y no de dinero, el conseguir algo más o menos parecido a lo que queríamos.

Todo ello, la facilidad y el coste, están logrando no solo que acumulemos toneladas de fotos chorras o familiares, sino que cada vez más gente se plantee el hacer otro tipo de fotos. Así que nada, ¡TODO EL MUNDO PUEDE SER UN ARTISTA! (o no 😉